Hay periodos de calma, en que la técnica del camuflaje es exitosa.... hasta que el pasado, que tiene cara de voldemort, aparece de detrás de un poste para asustarnos y llenarnos de remordimiento. Por mucho que no digamos su nombre, sabemos como se llama.
Duele como una aguja en el dedo, como una cortada con papel; dolor profundo, breve, herida honda e invisible.
Pasado, pisado; pero en la suela, quedan los vestigios, y cuesta limpiarlos. La suela no se mira, pero cuando por casualidad lo hacemos vemos, de improviso, la cara de lo que esperabamos olvidar.
No podemos escondernos, sabe dónde estamos. Nos sigue, de cerca, nos acecha para saltar justo cuando creimos haberlo superado, y el proceso vuelve a cero.
Hay cosas que prefeririamos olvidar, así como se nos olvida dónde dejamos las llaves de la casa, o el detalle importante que entraba en la prueba.
¿Cuál es la fórmula del olvido? ¿es posible despertar un día sin recordar lo que no es nombrado? ¿será que el esfuerzo de olvidar nos hace recordar más?¿acaso podemos olvidar, aunque en el fondo no queramos?