"Lo maravilloso de la noche es su caos. La noche no está sujeta a normas, ni a horarios, ni a usos sociales. En todas las franjas temporales del día la gente tiene algo que hacer, o que dejar de hacer. Pero la noche es anarquía pura: son horas, una detrás de otra, que nadie ha destinado a nada en concreto, y da la sensación de que fuera interminable, aún cuando se fiscaliza su duración con la ayuda de un reloj. La noche proporciona la libertad que se anhela durante el día, sin establecer límites de ningún tipo. Uno puede emplearla para lo que quiera y por el tiempo que quiera. [...] La noche era puro silencio y esplendor, la serenidad continua en el cosmos interminable y perpetuo. "
Lawrence Durrell
Oh sí, la noche. Cuántos no habrán sido seducidos por su dulzura y su sencillez. Yo mismo, no sé cuántos años llevo viviendo en ella. Quienes trabajamos en ella, y podemos permitirnos el lujo de no ir a clase, sabemos sacarle su jugo. Pero la noche es como una droga, si no se controla puede acabar destruyéndonos. Hoy me siento destruído por la noche, derrotado. Hoy he estado pensando que si no supero a la noche, terminaré trabajando de carcelero en las minas de Kessel. O de barrendero en algún punto de Andalucía.
Se lo cuento, aunque no les interese, pues aún la más profunda de sus indiferencias significa que mis penas retumban en algún lugar, transferidas por kilómetros de cables o satélites en órbita. No tengo ni idea, a decir verdad. Vivo en el lugar de los sueños y el amor. No es mentira: no revelaré con exactitud mi situación pero les aseguro que es objeto de culto y envidia. La ciudad que más pasiones levanta: anhelada desde los más variopintos estratos y condiciones. Partan de esa premisa, porque es cierta y oscurece aún más la negrura de mi relato. Supongo que muchos de ustedes donarían partes de la anatomía de sus madres por vivir aquí.
y sin mas me despido esperando que me hablen de la noche, mi joven y dulce noche...
seguiremos hablando...
Oh sí, la noche. Cuántos no habrán sido seducidos por su dulzura y su sencillez. Yo mismo, no sé cuántos años llevo viviendo en ella. Quienes trabajamos en ella, y podemos permitirnos el lujo de no ir a clase, sabemos sacarle su jugo. Pero la noche es como una droga, si no se controla puede acabar destruyéndonos. Hoy me siento destruído por la noche, derrotado. Hoy he estado pensando que si no supero a la noche, terminaré trabajando de carcelero en las minas de Kessel. O de barrendero en algún punto de Andalucía.
Se lo cuento, aunque no les interese, pues aún la más profunda de sus indiferencias significa que mis penas retumban en algún lugar, transferidas por kilómetros de cables o satélites en órbita. No tengo ni idea, a decir verdad. Vivo en el lugar de los sueños y el amor. No es mentira: no revelaré con exactitud mi situación pero les aseguro que es objeto de culto y envidia. La ciudad que más pasiones levanta: anhelada desde los más variopintos estratos y condiciones. Partan de esa premisa, porque es cierta y oscurece aún más la negrura de mi relato. Supongo que muchos de ustedes donarían partes de la anatomía de sus madres por vivir aquí.
y sin mas me despido esperando que me hablen de la noche, mi joven y dulce noche...
seguiremos hablando...
2 comentarios:
menos mal que has vuelto...
vuelvo mas muerto que vivo ophelia, como tu foto...
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